Toryho Rodríguez, Jacinto

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Toryho Rodríguez, Jacinto

Nacimiento: 1911, Tierra de Campos, provincia de León

Fallecimiento 1989, Buenos Aires (Argentina)

Biografía:

Anarquista, nació en una familia campesina acomodada y estudió en un colegio de frailes agustinos, en Valencia de Don Juan (León). Desde joven escribe en diversos periódicos castellanos como El Adelanto de Salamanca, La Gaceta Regional y El Norte de Castilla, de Valladolid, o El Heraldo de Zamora. Formado en la Escuela de Periodismo del diario cató- lico El Debate, de Ángel Herrera Oria, tras llegar a Madrid en 1926, su actividad previa en la prensa no libertaria le proporciona una gran soltura a la hora de moverse en el medio del periodismo anarquista. Se aparta de la publicación madrileña al parecer por disparidades ideológicas, al entrar en contacto con los anarcosindicalistas.
Ingresa en la CNT y en 1932 toma parte en la creación de las Juventudes Libertarias madrileñas. Ese mismo año se traslada a Barcelona, y de la mano de Liberto Callejas, director de Solidaridad Obrera, entra en la redacción del diario. En 1933 o 1934 fundó el grupo de afinidad «A» dentro de la FAI, con el patronazgo de Diego Abad de Santillán. En 1935 viaja a Madrid para escribir sobre la Revolución de Octubre de 1934 y funda el periódico clandestino Revolución. Por esas mismas fechas, se integra en la redacción de la revista Tiempos Nuevos, dirigida por Abad de Santillán, y asume el discurso de la disciplina que Santillán intenta imponer desde sus publicaciones en el funcionamiento de la FAI. En esta línea, su grupo, junto con «Nervio», de Santillán, protagonizó en 1934 un debate en la organización al intentar excluir de la FAI al grupo «Nosotros», de Durruti, García Oliver y Ascaso, entre otros, partidarios de la acción insurreccional.
En las jornadas de julio de 1936 en Barcelona, participa en la lucha contra los sublevados y en nombre de la Regional Catalana de la CNT asume el control del Edificio de Fomento del Trabajo Nacional y de la Casa Cambó, que desde entonces pasan a ser la sede de la CNT-FAI. Se hace también cargo de la Oficina de Prensa y Propaganda que desde estos momentos inicia una línea justificativa del gubernamentalismo. En este sentido, en los primeros días de la guerra escribe desde Tierra y Libertad a favor de mantener la disciplina y el orden revolucionarios, en contra de los desmanes que se cometían aprovechando el caos y que muchos atribuían a los anarquistas. Frente a los artículos publicados en Solidaridad Obrera, todavía bajo la dirección de Callejas, que incitan en algunos momentos a la «limpieza necesaria» que debe llevar a cabo la revolución, Toryho reivindica un comportamiento ordenado por parte de los anarquistas y anarcosindicalistas. En estos primeros momentos, Toryho representa a la tendencia colaboracionista de las organizaciones libertarias, enfrentada a aquellos que denunciaban el circunstancialismo.
A principios de noviembre Toryho sustituía a Liberto Callejas, en la dirección de Solidaridad Obrera. El Comité Regional, dirigido en estos días por Mariano Rodríguez Vázquez, Marianet, situó al frente de la publicación a Toryho, actuando al margen de los sindicatos, que eran los que habían apoyado en su día a Callejas. Pese a las acusaciones de irregularidad por el nombramiento, a finales del mes de febrero se realizó el Congreso Regional Extraordinario y Toryho quedó reafirmado en su cargo por la aprobación de la mayoría de los sindicatos. Sometió entonces al diario a un impulso rectificador y lo convirtió en una publicación con información muy variada, que iba en busca de un público más amplio y que seguía la orientación fijada por el Comité Nacional. Al mismo tiempo, procedió a reorganizar la plantilla con escritores y periodistas más o menos conocidos que no pertenecían a la CNT, en un intento de profe- sionalizar a la prensa confederal. En el nuevo rumbo dado a la publicación, concedía además una especial importancia —Toryho contaba con una sección titulada «El espíritu constructivo de la CNT»— a las realizaciones de la revolución, y se daba prioridad a los artículos sobre las colectivizaciones, con números especiales sobre la socialización. La misma visión de la disciplina y a la vez de la obra constructiva de los libertarios daría en los textos que sirvieron de comentarios a la serie de tres reportajes que produjo el Sindicato Único de Espectáculos Públicos (SUEP) titulados Los Aguiluchos de la FAI por tierras de Aragón.
Para lograr una coordinación de la prensa e imprimir una orientación única a la propaganda, convoca en marzo de 1937 una Conferencia de Prensa Confederal y Anarquista, en nombre de Solidaridad Obrera y las Oficinas de Propaganda. La Conferencia debía terminar con los debates que habían surgido en la militancia en torno al gubernamentalismo, a la militarización de las milicias, etc., pero acabó en punto muerto, sin que los que se oponían a la colaboración gubernamental se integraran en la disciplina y centralización exigida desde los comités de las organizaciones.
Paradójicamente, esta sujeción a las normas de conducta que tan calurosamente defendía, le fueron aplicadas a él mismo en mayo de 1938. Después de ejercer la disciplina desde Solidaridad Obrera, un año más tarde se encontraba lidiando con la fuerte censura que se imponía al diario. Las continuas quejas de Toryho, que se dirigió incluso al Ministro de la Gobernación, dieron lugar a una revisión de su actuación, que si en un principio llevó a la elaboración de un informe favorable, pronto des- embocó en su destitución. Pesaron en su contra, además del rechazo a la censura que se le imponía, las continuas peleas con los trabajadores del periódico en la redacción y en los talleres, las rivalidades que se había granjeado desde que asumiera tanto poder en los medios propagandísticos de las organizaciones y su incapacidad para asumir las dificultades por las que atravesaba el periódico, como la falta de maquinaria o de papel. La decisión la tomó el recién creado Comité Ejecutivo del Movimiento Libertario de Cataluña que planteó unas férreas directrices en cuanto al mantenimiento de la disciplina y la necesidad de volcar todos los esfuerzos en ganar la guerra.
A finales de 1938 marcha al exilio francés, después pasaría por Cuba y por Nueva York, antes de instalarse definitivamente en Buenos Aires en
1941. Volverá a Barcelona en el verano de 1978 por un corto periodo de tiempo. Su actividad en el exilio no estuvo involucrada en los debates libertarios, sino que se dedicó a proseguir con su actividad periodística en diferentes publicaciones. No obstante, escribió algunos textos que exploraban las circunstancias de la Guerra Civil española, prestando también atención a la situación internacional durante el conflicto. Colaboró además con Diego Abad de Santillán en algunas iniciativas editoriales, por ejemplo, publicó en Buenos Aires algunos de los folletos de su antiguo amigo y mentor. Pero sobre todo destacan sus trabajos justificativos de su propia actuación en el conflicto. Una vez más inciden en el orden y la disciplina impuestos por los libertarios, negando la representación de los anarquistas como incontrolados, atracadores o asesinos que se aprovechaban de la situación de guerra para su propio beneficio. Este afán es notable en un libro que escribe como una suerte de memorias de la Guerra Civil y al que significativamente titula No éramos tan malos.
Publicó textos en: El Adelanto (Salamanca), La Gaceta Regional y El Norte de Castilla (Valladolid), y El Heraldo (Zamora); en prensa libertaria: Suplemento de Tierra y Libertad (1933), Tiempos Nuevos (1935-1936),

Tierra y Libertad (1936), Solidaridad Obrera (1934-1938), Timón (1938), CNT (1938-1939); y aportaciones ocasionales en La Revista Blanca, Solidaridad (La Coruña), Proa y Despertar (Salt). En el exilio ejerció su profesión periodística en Buenos Aires en Crítica, La Nación, Clarín y La Razón. Es autor de La hora de las juventudes (Barcelona, 1933), Joaquín Costa y la revolución española. Memorias de un seminarista (Barcelona,
¿1935?), Reportajes. La libertad de expresión en el periodismo contemporáneo
(Barcelona, ¿1935?), Cómo viven y cómo mueren las prostitutas (Barcelona,
1936), La tragedia ibérica (Barcelona, ¿1936?), La independencia de España: tres etapas de nuestra historia (Barcelona, 1938), Las guerrillas, salvación de España (Barcelona, 1938), Una traición al proletariado mundial. El pacto entre Hitler y Stalin (La Habana, s.f.), Después de la tragedia. La traición del señor Azaña (Nueva York, 1939), En los caminos de la libertad (Brooklyn, Nueva York, ¿1939?), Stalin. Análisis espectral (Buenos Aires, 1946), Pedro Herrera: arquetipo de hombre (Ciudad de México, 1970), No éramos tan malos (Madrid, 1975), Del triunfo a la derrota. Las interioridades de la Guerra Civil en el campo republicano revividas por un periodista (Barcelona,
1978). [RNC]

Bibliografía
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