Clausura del primer Congreso del PSOE en el exilio
Los días 24 y 25 de septiembre de 1944 tuvo lugar en Toulouse el primer congreso celebrado por el PSOE en el exilio, el décimo cuarto en la numeración continuada.
El desarrollo de la Segunda Guerra Mundial, especialmente en el teatro de operaciones europeo con los desembarcos aliados en Francia, primero en junio de ese mismo año en Normandía al norte y posteriormente en agosto al sur, donde se radicaban la mayor parte de los exiliados socialistas bajo el amparo de la JARE, favoreció la reorganización del socialismo español en Francia ya bajo un paraguas de mayor libertad sin la presión de la presencia alemana.
En Toulouse se encontraba el núcleo mejor organizado, incluso en tiempos de la ocupación alemana de Francia. Dirigido por un comité de coordinación bajo la dirección de Arsenio Jimeno, y con una estructura basada en los distintos barrios, fue de este centro de donde surgió la idea de volver a convocar a los grupos socialistas en Francia, no sin antes consultar la opinión, favorable, de destacados dirigentes como Trifón Gómez y Andrés Saborit, del sector besteirista, y a los caballeristas Rodolfo Llopis y Enrique de Francisco.
Con quien no se contó, por no reconocer su autoridad, fue con la Comisión Ejecutiva, con Ramón González Peña a la cabeza, ministro de Justicia en el gobierno de Negrín, y líder del sector negrinista en el exilio desde México.
500 delegados acudieron finalmente al Congreso que tendría lugar los días 24 y 25 de septiembre. Estos compañeros representaban a cerca de 600 afiliados de 35 departamentos de Francia y norte de África (como Túnez, Argel y Orán).
Presidido por Arsenio Jimeno, quien dio el discurso inaugural, fue éste un primer congreso en el exilio en el que las diferencias entre las facciones presentes, besteiristas y caballeristas, fueron mínimas, pasando ya desde entonces a formar el conocido como PSOE “de Francia” al diluirse aquellos puntos que les separaban. Únicamente Saborit propuso la disolución de las Juventudes Socialistas para integrarse en las distintas agrupaciones, a lo que se opuso Leoncio Pérez como miembro de la antigua Comisión Ejecutiva de la Federación Nacional de Juventudes Socialistas. La posición de este último prevaleció y las Juventudes continuaron existiendo.
Las resoluciones finales dieron paso a un PSOE en Francia como organismo dentro del Partido Socialista Obrero Español, con clara posición frentista a los comunistas y negrinistas. Se acordó también el establecimiento de relaciones con los socialistas del interior, aquellos que aún se encontraban en España, aceptando propuestas de éstos pero manteniendo en Francia plena libertad de actuación (nada se habló de la Comisión Ejecutiva del Interior, ratificada en Madrid en abril de 1944 aunque cuya formación tuvo lugar en 1943). La disolución del “PSOE de Francia y su Imperio” sólo tendría lugar cuando el PSOE de España fuera reconocido legalmente, algo que sólo sería posible con la caída de Franco.
Para ello, se aprobaron resoluciones como la única aceptación de la República como régimen legítimo, sin aceptar la vuelta de la monarquía como en algunos sectores extranjeros se apuntaba. También se marcaron las líneas rojas en la posible política de alianzas con otras fuerzas democráticas, rechazando la Unión Nacional Española, bajo la influencia del PCE, llegando incluso a prohibir cualquier contacto con militantes comunistas y reconociendo como “no efectuada” la fusión de las organizaciones juveniles socialistas y comunistas en las Juventudes Socialistas Unificadas.
La Comisión Ejecutiva resultante de este primer congreso en el exilio tuvo a Enrique de Francisco como presidente, a Rodolfo Llopis como secretario general, vicepresidente a Trifón Gómez y en la vicesecretaría a Arsenio Jimeno. Todos estos nombres aparecerían también el nueva Comisión Ejecutiva elegida por la UGT en el congreso que tuvo lugar los días 10 y 11 de noviembre de ese mismo año en esa misma ciudad francesa, en la que Trifón Gómez sería presidente, Enrique de Francisco vicepresidente, Pascual Tomás secretario general, Muiño sería adjunto y Llopis, Saborit, Martínez Hervás, Montero y Gregori completaban los puestos ejecutivos. La vinculación de ambas ejecutivas reflejaba la unión y fidelidad entre partido y sindicato.
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