Alonso Mallol, José

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Alonso Mallol, José

Nacimiento: 30/8/1893, Alicante, provincia de Alicante

Fallecimiento 1967, México DF

Biografía:

Huérfano de padre a los ocho años, tuvo que compaginar los estudios con el trabajo en la pequeña tienda de ultramarinos que montó su madre. Discípulo del Dr. Rico –Antonio Rico Cabot–, Salvador Sellés y Verdes Montenegro, miembro de una de las generaciones más excelsas de la historia de la provincia de Alicante –la formada por Carlos Esplá, Álvaro Pascual-Leone, Rigoberto Soler, Pascual Ors, José Estruch, Germán Bernacer, Julio Guillén Tato o Juan José Cremades–, Alonso Mallol estudió el bachillerato con excelentes calificaciones en el único instituto de la ciudad, mostrando desde el principio una vocación política y periodística evidente. Fue en ese instituto donde Alonso fundaría el sindicato de estudiantes y dirigiría su boletín.
En 1913, junto a los hermanos Juan, Álvaro y Fermín Botella, funda el periódico El Luchador, periódico que nació con pocos medios, pero que en pocos meses pasó a ser el referente del nuevo republicanismo alicantino, reuniendo en sus páginas a las mejores plumas del país y a los republicanos no afectos al lerrouxismo. Aunque marchó pronto a estudiar Leyes a Madrid, lo hizo de forma «libre» lo que le permitió hasta 1931 compaginar los estudios con la jefatura de redacción del diario. El Luchador se definía a sí mismo como un periódico de combate, por tanto, sus redactores eran personas comprometidas que anteponían la lucha por el ideal a cualquier interés personal. Para Alonso, la redacción de El Luchador sería como su segunda casa, dedicándole todas las horas que podía, mimándolo como a un recién nacido, impidiendo –era norma del diario– que la publicidad pudiese condicionar siquiera mínimamente los contenidos del mismo. Había visto nacer muchos diarios republicanos –Alicante era una ciudad muy pródiga en ellos– que habían terminado por desaparecer víctimas de las exigencias «ideológicas» de los anunciantes.
Alonso acabó Leyes sin dificultad alguna, pero en el transcurso de sus estudios estuvo siempre viajando de Madrid a Alicante, Zaragoza, Valencia, Barcelona, ejerciendo de corresponsal del diario y de enlace entre las diversos grupos adscritos al nuevo republicanismo: un republicanismo que bebía directamente en el radicalismo francés de Combes, Briand y Herriot, en Alfredo Calderón, Roberto Castrovido, Alfredo Vicenti, Joaquín Dicenta, Blasco Ibáñez, Pérez Galdós, Fabián Vidal, Marcelino Domingo y otros políticos, escritores y periodistas que pedían el fin de la vieja política española.
Director del Centro Republicano de Alicante, miembro de la Logia Constante Alona, fundador de la Juventud Republicana, defendió desde El Luchador la unidad de todos los republicanos, apoyando con vehemencia la constitución de Alianza Republicana, a cuyo acto fundacional asistió como representante de los republicanos alicantinos.
Su compromiso político y periodístico –para él eran una misma cosa– le impidió ejercer la abogacía, adquiriendo una gran reputación en los medios republicanos que le proporcionaría el aprecio de Pérez Galdós, Pablo Iglesias, Joaquín Dicenta, Roberto Castrovido, Eugenio Noel y otros grandes hombres de las letras y la política española.
Elegido concejal en 1931, se encargó junto a Eliseo Gómez Serrano, y siguiendo las directrices marcadas por Marcelino Domingo y Rodolfo Llopis, de poner en marcha el ambicioso plan de escolarización defendido por la República. A finales de 1931, su íntimo amigo Carlos Esplá le nombró gobernador de Asturias, pasando durante los dos años siguientes al Gobierno Civil de Sevilla, donde, tras sufrir dos atentados, tuvo que enfrentarse al movimiento anarquista, al que logró someter mediante el diálogo y la autoridad. A finales de 1933, regresa a su ciudad natal. Vuelve a ser redactor jefe de El Luchador, aunque ha de buscar otro medio para poder subsistir. Monta una empresa de seguros y de máquinas de escribir, al tiempo que se entrega en cuerpo y alma a la reconstrucción del republicanismo alicantino, siendo elegido presidente de Izquierda Republicana en 1935.
Con la victoria del Frente Popular, y ocupando Carlos Esplá la Subsecretaría de la Presidencia, Mallol fue nombrado director general de Seguridad, cargo en el que le sorprende el golpe de Estado, tras haber sido rechazada por Casares Quiroga y Manuel Azaña su propuesta de detener a 500 militares golpistas a los que había realizado escuchas telefónicas en sus trabajos y domicilios. Tras colaborar en la organización de la defensa de Madrid, Giral le encarga una misión delicadísima y secreta: que acepte el cargo de cónsul general en el Norte de África y haga lo posible para sublevar a las tribus rifeñas de las que los franquistas sacan mercenarios para combatir la República. Pese a los contactos habidos, el proyecto fracasó por falta de ayuda financiera. Durante su estancia en Orán y Casablanca, sufre varios atentados, uno dirigido por Queipo de Llano y perpetrado por falangistas y miembros de la mafia marsellesa, que estuvo a punto de costarle la vida, y otro por parte de las tropas nazis, que intentaron entrar en su domicilio para matar a toda la familia.
Al acabar la guerra, Franco solicitó su extradición a Pétain. Fue encarcelado en Casablanca y sólo por la acción internacional logró escapar a la tortura y la muerte que los africanistas le tenían prometida. Miembro de la Oficina de Prensa y de Información del cuartel general de los aliados que dirigía Jay Allen, entre 1940 y 1943 se encargó de los embarques hacia México de refugiados y de proporcionarles los auxilios y ayudas que enviaba la JARE. Entre las personas que logró embarcar hacia América y las que liberó de los campos de trabajo del Transahariano, Alonso logró salvar la vida a más de 4.000 republicanos, aportando, además, valiosas informaciones a los aliados sobre los movimientos de tropas nazis gracias a sus contactos con los jefes rifeños.
En 1944, cumplida la misión de ayuda a los refugiados españoles, es evacuado de Casablanca por un avión especial de la Fuerza Aérea estadounidense, instalándose en México, donde seguiría colaborando con Izquierda Republicana en el exilio y escribiendo en periódicos como España Nueva, aunque tuvo que dedicarse a los negocios para poder sacar adelante a su familia, su mujer, Concepción Sellés, y sus hijos, José, Francisco y Concha. Desde que llegó de África, su salud estaba muy quebrantada y se había quedado muy delgado y aviejado. Un ataque de hemiplejía terminaría por apartarlo casi por completo de sus quehaceres
–representación de varias casas de electrodomésticos–, debiendo encargarse sus hijos de los mismos. Falleció en 1967, siendo enterrado en el Panteón español de Ciudad de México.
José Alonso Mallol fue un abogado que nunca ejerció como tal, su verdadera vocación fue siempre el periodismo de combate y a él se dedicó con todas las fuerzas que disponía. Los sufrimientos del primer exilio en el Norte de África le dejarían marcado para siempre, y aunque al llegar a México quiso refundar un nuevo El Luchador, para reunir en derredor suyo a todo el exilio levantino, las enfermedades y la lucha por la subsistencia le impidieron llevar a cabo un sueño que habría sido una pequeña liberación personal, limitándose a escribir artículos en los periódicos de los exiliados mientras la hemiplejía se lo permitió. [PLAV]

Bibliografía
Alonso Sellés, José, «Recuerdos de infancia». Inédito.
— «Entrevistas», Alicante y México, 2003-2007.
Angosto Vélez, Pedro Luis, José Alonso Mallol, el hombre que pudo evitar la guerra,
Alicante, Instituto de Cultura Juan Gil-Albert, 2006.