Más allá de esta contribución histórica, Antonio López Pina pone el foco en el legado de estas tres figuras como fuerza de iluminación y enardecimiento para los arduos conflictos que, actualmente, estamos convocados a abordar como la desigualdad, identitarismos y anomia, la orfandad de las nuevas generaciones, así como el desguazamiento del Estado y el serio riesgo del descoyuntamiento territorial como preocupantes síntomas de un deslucimiento, ojalá que no agotamiento, de cuatro décadas de democracia española.

Como contexto, el coordinador de la obra pone ante los ojos del lector el panorama de Occidente: desde la globalización y la transformación digital, en particular, la IA, vía la democracia representativa hasta la necesidad de un nuevo sistema paneuropeo y mundial de seguridad.