Alameda, José

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Alameda , José

Nacimiento: 24/11/1917, Madrid, provincia de Madrid

Fallecimiento 28/1/1990, México DF

Biografía:

Miembro de una familia acomodada de la burguesía liberal madrileña (véase la biografía de su padre, Luis Fernández Clérigo, en esta obra), cursó brillantemente los estudios de Derecho en la Universidad Central madrileña, concluyéndolos en 1936. Al año siguiente, llamado por Juan José Domenchina, comenzó a trabajar en el Servicio de Información del recién creado Ministerio de Propaganda que dirigía el periodista Carlos Esplá. Fue en ese ministerio, bajo la influencia de Domenchina y Esplá, donde inició sus primeros trabajos para diversos periódicos destinados a levantar la moral de los combatientes republicanos. A principios de 1938
–cuando ocupaba Carlos Esplá la Secretaría de Estado, empeñado en una amplia reforma de los servicios exteriores–, fue destinado como asesor a la Embajada de España en Bruselas. Nunca más volvería a España.
No se sabe a ciencia cierta el nombre del barco en que viajó a México, pero el hecho es que a mediados de 1940 José Alameda se había establecido en la capital mexicana, trabajando como traductor para una delegación de la Francia Libre. A finales de ese año, comenzó a dedicarse a lo que sería su verdadera vocación: la crítica taurina. Aficionado a los toros desde que acompañaba a su padre a la vieja plaza de toros de Madrid, llegaría a ser uno de los más reputados periodistas taurinos de México. En 1941 empezó a leer sus críticas en la emisora XEBZ, pasando al año siguiente a ser jefe de redacción de Radio Mil, una emisora todavía en funcionamiento que inició su andadura el 10 de marzo de 1942 retransmitiendo, en plena guerra mundial, la Novena Sinfonía de Beethoven. Empero, su verdadero salto a la fama radiofónica lo daría en 1945 a través de las ondas de la XEW, actualmente propiedad de los grupos TELEVISA y PRISA. Fue en esa emisora donde inventó un nuevo tipo de crítica en la que, tomando como eje el mundo de los toros, mezclaba elementos de la vida diaria, la literatura, la pintura o el cine. Durante treinta años sus crónicas taurinas de la XEW fueron las más oídas en México y en buena parte de Latinoamérica, hecho que se incrementó de forma espectacular cuando se convirtió en la principal estrella de las retransmisiones taurinas por televisión. Su fama llegó a alcanzar tal magnitud que un grupo de periodistas españoles quisieron contratarlo para que comentase varias corridas en la televisión de la dictadura. En 1972, Alameda retransmitió –pese a las muchas artimañas para impedirlo– la alternativa de El Niño de la Capea en Televisión Española. Fue su primera y última aparición. Enterados de su historial político, los hombres del régimen prohibieron que comentase nuevos festejos. José Alameda nunca renunció a sus ideales.
Íntimo amigo de Luis Cernuda, José Vasconcelos, Octavio Paz y José Bergamín, de él dijo el licenciado Julio Téllez García lo siguiente: «Hizo de la crónica televisada todo un género literario efímero que nace y mue- re con la propia corrida, en una sola tarde, y que nace y muere con él. El placer de escucharlo iba a la par del placer de ver torear. Ese género acabó con su muerte. Había sido, además, uno de los más lúcidos y más inteligentes historiadores taurinos de la fiesta de los toros. Hoy por hoy, sus textos son ampliamente consultados y de referencia obligatoria para todos los que pretendan historiar la fiesta. Fue, además, un gran poeta, así lo demuestra su libro El Seguro Azar del Toreo, y sobre todo sus Poemas al Valle de México y Ensayos sobre estética, libro, este último, que fue como una bomba en los círculos intelectuales de la Ciudad de México: cómo, se preguntaban muchos, un frívolo cronista de toros se atrevió a juzgar a Goya, Picasso, Dalí, Orozco o Rivera. Impresionadas las mafias de intelectuales por la seriedad del poeta, del ensayista y el profundo conocimiento y dominio del lenguaje, del que hacía gala en todos sus escritos y narraciones, lo condenaron a muerte de puro miedo. No le dieron cabida en ninguna página, revista o suplemento cultural».
Querido por el público y temido por la intelectualidad oficialista, Alameda, como dice Téllez, terminó siendo apartado de la radio y la tele- visión, quedando su actividad periodística limitada a sus colaboraciones en los diarios mexicanos El Hijo Pródigo, Excélsior, El Universal, Novedades y El Heraldo. José Alameda murió el 28 de enero de 1990. Según cuenta su amigo el escritor Ricardo Garibay, cuando la noticia se dio por la megafonía de la Monumental de México, un silencio sepulcral invadió los tendidos.
Es autor de obras como Disposición a la muerte (México, 1944); Los arquitectos del toreo moderno (México, 1962); Crónica de sangre (México,1980); La pantorrilla de Florinda y el origen bélico del toreo (México, 1980); Oda a España y seis poemas al valle de México (México, 1982); El hilo del toreo (Madrid, Espasa-Calpe, 1989); Los heterodoxos del toreo (Madrid, Espasa-Calpe, 2002). [PLAV]

Bibliografía y fuentes
Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes, http://www.cervantesvirtual.com. Televisa Radio Archivos, México.
VV. AA., El exilio español en México, 1939-1982, Ciudad de México, Salvat/Fondo de Cultura Económica, 1982.