Castrovido y Sanz, Roberto

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Castrovido y Sanz, Roberto

Nacimiento: 1864, Madrid, provincia de Madrid

Fallecimiento 1941, México DF

Biografía:

Republicano histórico. En su extensa trayectoria, política y periodismo son inseparables. Cursó el bachillerato en el Instituto de San Isidro y los estudios de Derecho en la Universidad madrileña. Pronto comenzaría su labor periodística, para lo cual viajó por diversas ciudades españolas; sus primeros escritos aparecieron en los semanarios La Avanzada, de Barcelona, y El Autonomista, de Sans. Trabajó como corrector y redactor de La Voz Montañesa, de Santander, donde más tarde sería director, así como también de La Voz Cántabra en 1897.
Desde 1899, y tras conocer a Vicente Blasco Ibáñez, colaboró muy asiduamente, como corresponsal en Madrid, de El Pueblo de Valencia. A principios de agosto de ese año fue detenido, a requerimiento de la autoridad militar valenciana, y trasladado a Valencia, donde fue juzgado en Consejo de Guerra por ofensas al Ejército. Se convirtió desde entonces en un símbolo del pujante republicanismo valenciano. Desde que salió de la prisión, donde estuvo encerrado con Vicente Blasco Ibáñez y hasta 1902, trabajó como redactor de El Pueblo y vivió en la casa de Gaspar Blasco, el padre del director de la publicación. Fue también Blasco Ibáñez quien acompañó a Castrovido a visitar al maestro del periodismo Mariano Cavia, quien recibió al colega madrileño tocado con un sombre- ro que perteneció al cura Merino y con un mandil de masón que usó el hermano «Paz» (Sagasta), diciendo que así ataviado le daba el espaldarazo de Caballero de las Letras Republicanas.
Siguió colaborando con asiduidad, a través de «correspondencias» con el diario El Pueblo, así como en el periódico madrileño Vida Nueva donde escribió notables artículos sobre cuestiones sociales y llegó a ser redactor jefe del diario valenciano. Colaboró también en publicaciones como La Esfera y Nuevo Mundo.
Fue director de El País, diario de inspiración republicana radical, bajo la inspiración del republicano catalán Juan Sol y Ortega, desde 1903 hasta 1921. Había sido redactor entre 1900 y 1902. Como director de El País, fue procesado, nuevamente, por la ley de jurisdicciones, junto a Pablo Iglesias en la primavera de 1908. Fue promotor de resonantes campañas en torno a los sucesos de la Semana Trágica de Barcelona y la campaña de Marruecos de 1909. Según Seoane y Sáiz, en el segundo lustro del siglo xx –y hasta su desaparición, en 11 de febrero de 1921–, El País fue ganando cierto prestigio debido a su autoridad. Su director se convirtió en figura insoslayable en todas las coaliciones republicanas y en líder de la conjunción republicano-socialista. Diputado por Madrid en las elecciones de
1912, tomó parte destacada en los grandes debates políticos del momento.
Nuevamente diputado en las elecciones de 1916, se hizo famoso por sus polémicas con Torcuato Luca de Tena. Pero el periódico fue perdiendo en viveza. Defensor en su línea editorial de la idea de Unión Republicana bajo un programa de mínimos. En 1918 dejó que se utilizara su nombre en la revista Los Aliados, de efímera vida pero que sirvió para apoyar la causa aliada durante la I Guerra Mundial.
El espectro de sus colaboraciones fue muy amplio: El Diluvio de Barcelona, El Pueblo de Valencia, La Voz de Madrid (1925), Vida Nueva, El Liberal (1925), Informaciones, El Turia de Teruel (1931-1932), la revista barcelonesa La Calle (1931), Heraldo de Aragón (1935), Galicia Nueva, El Noroeste de Gijón, El País de Pontevedra o La Tarde. Perteneció a la Asociación de la Prensa de Madrid desde 1904. Fue elegido diputado a Cortes en reiteradas ocasiones entre 1912 y 1920, y en las Constituyentes de junio de 1931. Destacado miembro del Ateneo, era considerado uno de los más populares periodistas antes de la Guerra Civil, junto a Antonio Zozaya.
A comienzos de la década de 1930 era colaborador de El Liberal de Madrid y de Bilbao. Célebre por sus crónicas madrileñistas, cronista madrileño de honor, castizo y de la vieja cepa, la sinceridad de su compromiso y sus ideales le dieron fama de hombre comprometido con la causa republicana; participó en la redacción del manifiesto de la Alianza Republicana, auspiciado entre otros por Manuel Azaña, Antonio Machado, Blasco Ibáñez, Ramón Pérez de Ayala y Miguel de Unamuno, para poner fin a la dictadura de Primo de Rivera y defender la República fren- te a la Monarquía. El propio Machado le había dedicado, en 1913, el poema «El mañana efímero».
Por su destacado papel en la oposición a la dictadura y en la llegada de la II República, tuvo en vida numerosos reconocimientos y homenajes por parte de liberales y republicanos. En julio de 1932 le fue amputada la pierna derecha, pero siguió en plena actividad. Masón y miembro de de Acción Republicana, su defensa de la República no se limitó a sus colaboraciones periodísticas, sino que decidió tomar parte en la política activa, y consiguió acta de diputado en las Cortes Constituyentes. Entre los diversos reconocimientos, se le dio su nombre a una calle en Valencia; Medalla de Honor del Ayuntamiento de Madrid en marzo de 1936, junto a Ortega y Gasset, Luis de Tapia y Antonio Zozaya; Banda de Honor de la República, Gaceta del 5 de mayo de 1936.
Muy activo y muy comprometido intelectualmente durante la Guerra Civil, fue promotor de diversos manifiestos antifascistas. Llega a México en 1939. Funda la Librería Góngora, poco antes de su fallecimiento. Formó también parte de la Casa de España en México y colaboró con el diario El Nacional. [JCSI]

Bibliografía y fuentes
Enciclopedia Espasa-Calpe.
Hemeroteca de La Vanguardia, http://www.lavanguardia.es/hemeroteca.
Seoane, María Cruz y Sáiz, María Dolores, Historia del periodismo en España 3. El siglo xx: 1898-1936, Madrid, Alianza, 1996.