Díez-Canedo y Reixa, Enrique

Archivo

Díez-Canedo y Reixa, Enrique

Nacimiento: 1879, Badajoz, provincia de Badajoz

Fallecimiento 1944, Cuernavaca (México)

Biografía:

Nacido en una familia de ascendientes extremeños, al poco tiempo se trasladó a Galicia y después a Cataluña, movilidad debida a la profesión de su padre, miembro del Cuerpo Técnico de Aduanas. Su educación
–primaria y el bachiller–, en consecuencia, transcurrió en diversos colegios y parte de ella la realizó de forma autodidacta, con lecturas de los clásicos españoles que le despertaron el interés por la poesía, el arte y la literatura.
Posteriormente, la familia se desplazó a Madrid, residencia que combinó con algunas estancias en Paris y diversos países iberoamericanos. Instalado en la capital, estudió Derecho, pero pronto sobresalió en la faceta de creador y crítico. Desde 1903 su nombre comenzó a sonar entre los círculos literarios madrileños y poco a poco fue adquiriendo cierta fama.
Formó parte de la redacción de la Revista Latina, puesta en circulación en 1907 y trabajó como redactor de la Revista Crítica, que dirigía y promovía Carmen de Burgos. Igualmente participó, desde sus inicios, en la revista Renacimiento, también impulsada por conocidos personajes de la cultura. Fueron frecuentes sus colaboraciones con la revista Faro y sus artículos críticos de poesía en La Lectura, de arte en el Diario Universal y de teatro en El Globo y El Liberal. Su orientación hacia la prensa periódica le servirán para darle el espaldarazo como «hombre de letras». Era un hombre convencido de la necesidad de elevar el bienestar del pueblo a través de la cultura y no de la simple evolución y entendió que este objetivo sólo podría conseguirse a través de un sistema plural, en el que fuera posible la libertad de expresión y de opinión.
Desde 1909 a 1911 estuvo en París como secretario del embajador de Ecuador. En estos años tuvo contactos con los grupos del Mercure de France y de la Nouvelle Revue Française que le enriquecieron tanto en su faceta de poeta como en la de crítico. Fue considerado como uno de los críticos de mayor prestigio, por su participación en la revista España, nacida en enero 1915 con un marcado sello de calidad que le imprimió su director, José Ortega y Gasset, y un espíritu liberal y progresista que le insuflaban sus redactores Pío Baroja, Ramón Pérez de Ayala, Luis de Zulueta y otros. Díez-Canedo era el secretario de redacción y su firma estuvo presente en todos los años de su publicación. De este núcleo saldría la plantilla originaria de El Sol, periódico con el que quedó vinculado, tanto por la vía de las colaboraciones como por la vía ideológica. Los artículos que publicó en esta cabecera se referían, sobre todo, a cuestio- nes sobre literatura, especialmente los que publicaba en la sección «Hoja de Literatura y Arte» de los domingos. Otro de los medios en los que trabajó fue La Voz, nacido en 1920 y perteneciente a la misma empresa orteguiana de El Sol. De este mismo año es La Pluma, revista mensual fundada por Manuel Azaña, en la que también desempeñó un papel destacado y que le sirvió, no sólo para su trabajo periodístico, sino para tejer una red de amistades y contactos que posteriormente se afianzaron. A partir de entonces su vinculación con el que sería presidente de la II República fue incuestionable, relación que tal vez explique la destrucción de gran parte de las obras de Díez-Canedo.
En 1921, cuando Juan Ramón Jiménez puso en circulación la revista Índice, contó entre los redactores con la pluma de Díez-Canedo. Igualmente se vieron sus textos en la Revista de Occidente, fundada en 1923 por José Ortega y Gasset. En muchos de sus artículos firmaba con el seudónimo de «Critilo».
En 1927 viajó a Iberoamérica, invitado por la Unión Iberoamericana para pronunciar un ciclo de conferencias. De hecho, un buen número de colaboraciones y ensayos suyos aparecieron en prensa extranjera, especialmente en los diarios La Nación de Buenos Aires y Excélsior de Ciudad de México.
Frecuentaba el Ateneo, la Junta de Relaciones culturales y las tertulias más conocidas de la época, donde dejó ver su talante liberal y su facilidad para el juego de palabras, que dejaba translucir en muchos de sus artículos como crítico de arte y de cultura. Estuvo en contacto con el Centro de Estudios Históricos de Madrid, fundado por iniciativa de la Junta de Ampliación de Estudios y dirigido por Ramón Menéndez Pidal. Díez-Canedo fue el director de la revista Tierra Firme, creada por este Centro como punto de encuentro entre España y América. Sobresalió, especialmente, por su trabajo como crítico literario y fue considerado un comentarista fino y perspicaz que procuraba aconsejar y ayudar en lugar de herir ácidamente.
En 1932 fue nombrado ministro en la Legación de España en Montevideo, cargo que ejerció entre 1933 y 1934. Posteriormente, en junio de 1936 fue designado embajador en Buenos Aires, donde estuvo hasta febrero de 1937, fecha en la que renunció voluntariamente para regresar a España.
Cuando estalló la Guerra Civil, su amistad con Azaña, ampliamente conocida, le marcó profundamente en su defensa de la República. Firmemente convencido de la necesidad de luchar por la libertad y contra los sistemas fascistas, expresó sus ideas a través de sus poesías y de su pluma. Sus colaboraciones en Hora de España en 1938 son muestras del quehacer poético de un hombre que consiguió llegar a la altura de José Bergamín, Juan Gil Albert y tantos otros poetas comprometidos. Participó en el II Congreso Internacional de Escritores para la defensa de la Cultura y dirigió la revista de propaganda de guerra Madrid, subtitulada Cuadernos de la Casa de la Cultura.
En 1938 se exilió a México. En su nueva residencia, organizó su vida con su mujer y sus cuatro hijos, según las mismas pautas e intereses que había tenido en España, es decir, desarrollando su faceta periodística y también docente como profesor de El Colegio de México y de la Universidad Nacional Autónoma. Destacó por su trabajo como colaborador en la revista Romance, donde fue miembro del Consejo de Redacción junto a Pablo Neruda y Rómulo Gallegos. Su firma se encuentra igualmente en España Peregrina, pero sobre todo en Revista de las Indias, La Nación, Excélsior, Taller, Cuadernos Americanos, Rueca, Revista de las Indias, Letras de México, La Gaceta del Caribe, Hijo Pródigo, Revista Iberoamericana y El Nacional. Murió en México en 1944, antes de acabar la II Guerra Mundial, y sumido en una profunda decepción social y política. La revista Litoral le dedicó su número de agosto de 1944.
Publicó obras de creación poética como El Desterrado, Jardinillos de Navidad y Año Nuevo, Juan Ramón Jiménez en su obra, Letras de América, Sala de retratos, y muchos más. [M ESF]

Bibliografía:
Díez-Canedo, Enrique, Desde el exilio: artículos y reseñas críticas (1939-1944), ed. de Marcelino Jiménez León, Sevilla, Renacimiento, 2010.
Fernández Gutiérrez, José María, Enrique Díez-Canedo: su tiempo y su obra, Badajoz, Diputación Provincial, 1984.
Enrique Díez-Canedo. La crítica literaria. Selección antológica de artículos, Badajoz, Colección clásicos extremeños, 1993.