Herrero Mazorra, Emilio

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Herrero Mazorra, Emilio

Nacimiento: 31/5/1882, Reinosa, provincia de Santander

Fallecimiento 1968, Madrid, provincia de Madrid

Biografía:

Nació en Reinosa en el seno de una familia de clase media. Su padre era médico cirujano. Estudió el Bachillerato en el Colegio Jesuita de Comillas. Con la intención de estudiar Medicina, carrera que nunca llegó a terminar, se instaló en Sevilla en la casa de su abuela paterna. Muy pronto se despertó en él su afición literaria y periodística. Con dieciséis años colaboró en El Noticiero Sevillano, hecho que supuso su incorporación al mundo periodístico.
En 1907 era corresponsal de la Prensa Asociada de Barcelona, de La
Voz de Catalunya, El Universal de Caracas y La Prensa de Buenos Aires. En
1912 se convirtió en redactor político de La Tribuna y comentarista taurino. En 1920 ocupó la corresponsalía de la United Press en Madrid, con categoría de redactor jefe, distinguiéndose por la gran brillantez de sus despachos. Ejerció también la corresponsalía de El Cantábrico de Santander en su condición de amigo personal de la familia Rivero Corral, propietaria del periódico, del que fue redactor estrella hasta el estallido de la Guerra Civil. A estas corresponsalías se unieron en 1920 las de La Voz de Guipúzcoa de San Sebastián, El Noticiero Bilbaíno, así como de los periódicos sevillanos El Noticiero y El Liberal.
Con inquietudes políticas, unos meses antes de la dictadura de Primo de Rivera fue elegido diputado provincial por Madrid, cargo que no llegó a desempeñar al disolverse las instituciones públicas por orden del Directorio militar. En 1924 la dictadura ordenó su encarcelamiento, con el único cargo de haber incluido noticias en la transmisión sobre la visita de Primo de Rivera a Marruecos que cubrió para la United Press, información que estaba prohibida por las autoridades militares. Años después, la Diputación Provincial de Santander le nombró representante de la provincia ante el Gobierno central.
En 1926 quiso enrolarse en la aventura del Plus Ultra con Ramón Franco en calidad de reportero, aunque finalmente tuvo que desistir por motivos técnicos de la nave. Igualmente participó en el desembarco de Alhucemas con crónicas enviadas desde el frente, consolidando su prestigio de periodista. Víctor de la Serna evocó en un artículo para El Cantábrico su intuición periodística y sus buenas fuentes, con motivo de que Herrero diera a conocer la caída de Primo de Rivera con el lacónico despacho telegráfico « Berenguer jura a las nueve», primicia en la que se jugaba su crédito como profesional.
Se le conoció por ser un hombre tolerante, demócrata y de profundas convicciones republicanas. Después del Pacto de San Sebastián y el fallido levantamiento de Jaca, fue detenido y encarcelado en la cárcel Modelo, donde compartió celda con los más insignes políticos e intelectuales republicanos de la época, siendo su abogado Niceto Alcalá-Zamora, más tarde presidente de la República.
En 1931 fue nombrado jefe de Prensa del Gabinete del presidente de la República, Alcalá-Zamora, cargo que desempeñó desde 1931 hasta abril de 1936. El presidente decidió montar un gabinete que dirigiera, no sólo la política periodística, sino también cuestiones de imagen y publicidad de la presidencia y de la propia institución republicana. Alcalá-Zamora pensó en él para este cargo por su fama de hombre poco conflictivo y tolerante, como lo muestra la amistad con republicanos tan dispares como Indalecio Prieto o Miguel Maura. En esta época participó activamente en la política. Fue numerosas veces condecorado: miembro de la Legión de Honor, Orden de la Casona de Italia, Gran Maestre de la Orden de Portugal, miembro honorario del Instituto de Cultura Hispánica, Gran Maestre de la Orden de Mayo argentina y la Orden de Medania. Cuando Azaña fue elegido como presidente, le ofreció continuar en el puesto, pero desestimó la oferta por lealtad a su anterior jefe.
El 18 de julio de 1936 le sorprendió en Madrid. Indalecio Prieto le puso un avión a Santander para que pudiera hacerse cargo de su trabajo en El Cantábrico. De allí pasó a Bilbao y, ante la inminente caída de la ciudad, salió para Francia junto a su familia con un pasaje en un barco que le facilitó la United Press. Se exilió a París, donde pasó la I I Guerra Mundial en la que residió hasta 1946. En la capital francesa temía por la supervivencia de la agencia y actuó de forma diligente para evitar que los nazis cerraran sus oficinas. Cuando los aliados entraron en París y un corresponsal de la agencia norteamericana acudió para ver qué había quedado de las oficinas, se sorprendió gratamente con el hecho de que Emilio Herrero tenía el archivo y la documentación perfectamente conservados. En París estuvo en contacto con grupos republicanos exiliados y con su gran amigo el Dr. Marañón.
En 1946 regresó a España con el apoyo de la agencia United Press Recién llegado recibió la visita de agentes de la Brigada Político Social que le pidieron que les acompañara para llevarlo hasta el Palacio de El Pardo. Se negó a realizar a Franco una entrevista a fondo para su difusión por toda Hispanoamérica, decisión que le valió la incautación del carné de periodista, sin el cual no podía ejercer en periódicos españoles porque tuvo vetada la inscripción en el Registro Oficial de Periodistas hasta su muerte. Su trabajo en la agencia norteamericana como redactor de temas sociales y de toros para los más importantes periódicos de las capitales de Hispanoamérica fue su único refugio profesional. La Asociación de la Prensa, por unanimidad, se negó a darle de baja y figuró como miembro hasta el fin de sus días.
Con setenta y nueve años, a propuesta de la Federación Nacional de Asociaciones de la Prensa de España, pudo conseguir, aunque de forma honorífica –a través de la fórmula de periodista de honor–, la devolución del carné de periodista que Franco le había retirado en 1946 y, en cierta medida, normalizar sus derechos como profesional. A instancia de sus compañeros, recibió el Premio «Rodríguez Santamaría». En 1968, gravemente enfermo, el entonces ministro Fraga Iribarne le concedió la Medalla del Trabajo como reconocimiento a sus más de sesenta años en activo. Emilio Herrero mandó puntualmente sus crónicas a la United Press hasta pocos días antes de su muerte, en su calidad de «Decano de la Prensa española». [M ESF]

Fuentes
M.ª Ángeles Herrero, Concepción Herrero Maroto y Francisco Altuna.