Riera Llorca, Vicenç

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Riera Llorca, Vicenç

Nacimiento: 1903, Barcelona, provincia de Barcelona

Fallecimiento 1991, Pineda de Mar, provincia de Barcelona

Biografía:

El segundo de cuatro hermanos, quedó huérfano de padre a los cuatro años y la familia fue a residir al Baix Ebre, donde convivió con artesanos y campesinos, y recibió una formación autodidacta reducida a las clases de su madre y sus tíos. Al regresar a Barcelona fue al colegio Sant Pere Claver de los jesuitas y allí mostró sus dotes de dibujante y de narrador. Encontró en la revista infantil El Patufet una fuente popular para leer a los escritores de moda catalanes, como Josep M.ª Folch i Torres, o extranjeros, como Alexandre Dumas, Emilio Salgari, Paul Féval o Mayne Reid. Las acuciantes necesidades familiares le obligaron a ponerse a trabajar a los trece años como contable del taller de carpintería Esteba, después de rechazar una oferta de los jesuitas para sufragarle los estudios y admitir- lo en la Compañía. Desde este puesto de administrativo, intensificó la lectura de clásicos franceses e ingleses, y empezó a colaborar con los semanarios humorísticos La Campana de Gràcia y L’Esquella de la Torratxa, usando seudónimos para hablar de temas políticos y sociales barceloneses, y con un estilo directo y cáustico. Su afición literaria encontró en 1928 un cauce en la revista El Cor del Poble dirigida por Miquel Oller y editada por un heterogéneo grupo de escritores del barrio de Sant Andreu. Esto le permitió acudir al Ateneo Polytechnicum, un centro relacionado con la Escola de Treball. Entró en contacto con la Unió Socialista de Catalunya, aunque su militancia no era muy intensa. Sin embargo, colaboró en la revista de su partido, Justicia Social, y empezó a dar conferencias, clases y mítines, y a ensanchar sus relaciones literarias. Como concejal del Ayuntamiento de Barcelona, Miquel Oller le colocó de funcionario de la Comisión de Política Social en 1932, puesto desde el cual contactó con la redacción de L’Opinió, dirigida por Joaquim Ventalló y Víctor Alba. Allí trabajó como redactor de la sección de información laboral y sindical, y esta experiencia, marcada además por un estilo conciso, directo y eminentemente informativo le proporcionó la base para sus novelas posteriores. Suspendido L’Opinió a causa de los hechos del 6 de octubre de 1934, Joaquim Ventalló le contrató para el diario La Ram- bla, junto con Avel·lí Artís-Gener, para la sección de comarcas y temas sociales. Fue uno de los iniciadores del periodismo de calle en los medios barceloneses.
Durante la Guerra Civil en 1937 pasó a ser director de publicaciones de la Consejería de Agricultura, pero más tarde se alistó en el Ejército republicano hasta febrero de 1939, cuando se refugió en Francia. Inter- nado en distintos campos de concentración y perseguido por los nazis, consiguió exiliarse a la República Dominicana con la ayuda de la Federación Internacional de Periodistas. Allí trabajó como camarero, mientras colaboraba en periódicos como La Nación o en revistas como Germanor, editada en Chile. Las crecientes dificultades para el exilio republicano en Santo Domingo le indujeron en 1942 a trasladarse a México, país en el que sufrió también muchas penurias. Después de trabajar como caricaturista y de escribir una novela rosa, finalmente entró como corrector y traductor en la imprenta y las editoriales (Minerva y Fronda) de Avel·lí Artís i Balaguer y mantuvo una intensa actividad cultural con otros refugiados, por ejemplo, en el Orfeó Català, sin perder la esperanza de regresar a España. Fue redactor de Full Català y uno de los fundadores de Quaderns de l’Exili. En 1946 Artís i Balaguer le nombró secretario de La Nostra Revista, de carácter nacionalista e integradora de todos los exilia- dos, y que sacó 72 números. En la colección «Catalònia», dirigida también por Artís i Balaguer, publicó por fin su primera novela Tots tres surten per l’Ozama, sobre el exilio en la República Dominicana y escrita con el formato del realismo histórico de las novelas norteamericanas de la posguerra, es decir, una mezcla de testimonios y acciones. Muestra adicional de su vocación periodística y de su militancia catalanista y socialista, en agosto de 1946 preparó el único número de la revista Endavant, que quería ser la voz de los socialistas catalanes en México, formó parte del consejo de redacción de Lletres y de Cròniques, editada por el impresor Costa-Amic, y fue vocal de la Unió de Periodistas de Catalunya en México, que publicaba un boletín.
En 1949 se reunió en México con su esposa Emilia y su hija Diana, y entró a trabajar en la revista femenina mexicana Confidencias (1946-
1951) y en 1952 como traductor en la Embajada británica en México
(llegando a ser su jefe de Prensa), todo lo cual le proporcionó una estabilidad personal y profesional que le permitió intensificar su labor periodística y literaria. Fue uno de los fundadores y director de la revista Pont Blau (1952-1963), una publicación de gran prestigio con colaboraciones de los mejores escritores exiliados y distribuida en todas las ciudades con una colonia catalana. Asociada a la revista, fundó la editorial Xaloc. Asi- mismo, siguió escribiendo para las revistas Ressorgiment y Catalunya de Buenos Aires, Germanor de Santiago de Chile, El Poble Català, Lletres y Veu de Catalunya de México, esta última próxima a Esquerra Republicana (ERC). Mantuvo una frecuente correspondencia con el ensayista valenciano Joan Fuster, colaborador de Pont Blau, y en 1955 publicó Catalunya a la Corona d’Aragó, que le hizo ganar el Premio Serra Hunter en los Juegos Florales de San José de Costa Rica.
Ya nacionalizado mexicano, en 1962 estuvo de visita en España, pero hasta 1969 no regresó definitivamente. Se instaló en Pineda de Mar (Barcelona), donde llevó una vida reservada y dedicada a la literatura y a mantener contactos con sus antiguos compañeros de profesión y de exilio. Fue un colaborador asiduo de las revistas Serra d’Or, editada por la Abadía de Montserrat y muy especializada en temas culturales, o Tele- Estel, de corte más popular, así como Contrapunt, de ámbito local. Rápida- mente se convirtió en un escritor de fama con Roda de malcontents (1969) y Amb permís de l’enterramorts (1970), con la que ganó los premios Prudenci Bertrena y Serra d’Or, basada en el primer exilio; o con Fés memoria, Bel (1971), sobre los sucesos de octubre de 1934 en Barcelona, premiada con el Premio Sant Jordi. A partir de 1976 se implicó en numerosas actividades para el restablecimiento de la democracia sin intervenir directamente en la vida partidista, aunque simpatizó con el Movimiento Socia- lista de Catalunya dirigido por Josep Pallach, hasta ser galardonado en 1985 con la Creu de Sant Jordi, la más alta condecoración de la Generalitat de Catalunya, por su lucha a favor de los valores democráticos y la cultura catalana en el exilio y en Cataluña. Unos meses antes de su muer- te había publicado Estiu a Pineda, sobre la vida en esta población costera en 1932, y estaba preparando una historia del exilio catalán en México, su epistolario con Joan Fuster y algunos cuentos. [J MSR]

Bibliografía
Alba, Víctor, «Un novelista de carrer», Avui, 10 de mayo de 2001.
Aritzeta, Margarida, Les novel·les de l’exili americà, Barcelona, Publicacions de l’Abadia de Montserrat, 1988.
Díaz, Daniel, L’exili català de 1939 a la República Dominicana, Barcelona, La
Magrana, 1995.
Férriz Roure, Teresa, La edición catalana en México, Zapopan (Jalisco), El Cole- gio de Jalisco, 1998.
Manent, Albert, La literatura catalana a l’exili, Barcelona, Curial, 1998.
VV. AA., Vicenç Riera Llorca. Fent memòria, Ajuntament de Pineda de Mar, Regidiora de Cultura, 1992.