Buenacasa Tomeo, Manuel

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Buenacasa Tomeo, Manuel

Nacimiento: 7/7/1886, Caspe, provincia de Zaragoza

Fallecimiento 6/11/1964, Bourg-les-Valence (Francia)

Biografía:

Nacido con el nombre de Antonio, aunque siempre conocido como Manuel, Buenacasa fue un carpintero anarquista que destacó como uno de los más activos propagandistas, colaborador incansable en innumerables revistas y periódicos, y combativo organizador anarcosindicalista. Aunque su figura se distingue sobre todo por haber estado en primera plana de la actividad de la CNT en los años de su reconstitución, entre 1927 y 1920, siempre presente en los congresos y comités, su interés por las cuestiones organizativas y doctrinales no decaerá nunca y a ellas dedicará gran parte de sus textos, publicados en forma de folletos. Su larga trayectoria, una militancia de sesenta años, está indiscutiblemente unida a la historia de la confederal desde sus comienzos. En ocasiones firmaba sus escritos como M. B. Tomeo o Manuel S. Ordo (aludiendo a una leve sordera que padecía).
De una familia humilde de jornaleros, fue un niño despierto que por ello pudo optar a una educación cuando los frailes franciscanos lo acogieron en el Convento de Nuestra Señora de Loreto de Espartinas, en Sevilla. Entró allí en 1900 y en 1901 tomaba el hábito de novicio, aunque apenas un año más tarde abandonaba la posibilidad de dedicarse a la vida monacal. Permaneció, no obstante, en el convento hasta 1905, adquiriendo una formación que probablemente le ayudaría en el futuro al encarar su labor de organizador y publicista. Se traslada entonces a Zaragoza, donde comienza a trabajar como aprendiz de carpintero e ingresa en la combativa Federación Local de Sociedades Obreras. En 1906 ya es el secretario de la Federación que al año siguiente convoca una huelga que determina su primera estancia en prisión. En 1910 dirige el periódico quincenal Cultura y Acción, portavoz de la Federación, y conoce a Ramón y Cajal y a Joaquín Costa. A finales de octubre asiste en Barcelona al Congreso fundacional de la CNT, celebrado en el Palacio de Bellas Artes.
Fueron años de gran actividad política, también en lo personal. El día de su boda, en 1911, tuvo que marchar por primera vez al exilio huyendo de la represión desencadenada a raíz de la declaración de la huelga general contra la guerra en Marruecos. Estuvo en Francia y por un breve periodo en Londres, donde conoció al famoso teórico anarquista Malatesta. Con el indulto, vuelve en 1913 y se instala en Barcelona. En una segunda vuelta al exilio francés, conoce a Lenin en una visita a Lausana y forma parte del Comité de Relaciones Anarquistas Internacionales. De vuelta en Barcelona en 1916, comienza a significarse en los medios sindicalistas catalanes y se incorpora a la redacción de Solidaridad Obrera. Muy activo en el Comité de Huelga de Barcelona en la huelga general de 1917, asiste al Congreso de Sants en 1918 donde es nombrado secretario del Comité Nacional de la CNT. Inicia una gira de propaganda que le lleva por Valencia y Andalucía, y que acabaría con un nuevo encarcelamiento en enero de 1919. Liberado en otoño, asumirá, por encargo de la CNT, la organización del Congreso Extraordinario del Teatro de la Comedia en Madrid, que se celebraría en diciembre. En 1920 dirigió durante ocho meses Solidaridad Obrera de Bilbao, en cuya «Biblioteca» se publicó su folleto ¿Qué es el sindicato único? En esos meses, también se encargó de organizar el primer sindicato de la construcción en San Sebastián y allí estrechó relaciones con Durruti, a cuyo grupo ayudó a escapar después de que la policía descubriera sus planes para atentar contra Alfonso XIII en la inauguración del Gran Kursaal. Antes de volver a instalarse en Aragón, pasó por Gijón, donde se encargó también de la dirección de Solidaridad Obrera, entre octubre de 1920 y enero de 1921, y nada más llegar a Zaragoza organizó la Conferencia Nacional de Sindicatos que tuvo lugar entre los días 11 y 14 de junio de 1922.
En las sesiones del Congreso de la Comedia, defendió la tesis opuesta a la fusión con la UGT. Su perspectiva sobre esta cuestión cambiaría con el tiempo y en más de una ocasión recomendaría una cercanía con el sindicato socialista, como, por ejemplo, en 1923, cuando propugnaba una acción conjunta para evitar la subida al poder de Primo de Rivera. Igualmente, por esos años, tras el triunfo de la Revolución rusa, se manifestaba como un entusiasta de la experiencia bolchevique, uno de sus grandes defensores dentro de la CNT, todavía en 1920. No obstante, las noticias que llegan a partir de entonces de aquellos que han visitado Rusia le harán cambiar de opinión y acrecentarán su maximalismo anarquista. De hecho, participó en la ponencia, adoptada en el Congreso de Zaragoza, que defendía el alejamiento de Moscú y la integración en la recientemente reconstituida AIT.
Retomó entonces la dirección de Cultura y Acción, ahora órgano de la Confederación Regional de Aragón, La Rioja y Navarra. En 1923 y 1924 es encarcelado en Zaragoza –posiblemente por su participación en la fuga de Francisco Ascaso, detenido como autor del asesinato del cardenal Soldevila– y trasladado después a Barcelona, acusado de un delito de imprenta, junto con otros compañeros de Solidaridad Obrera. A partir de entonces, comienza a distinguirse en los medios doctrinales libertarios como un exponente de la corriente que postulaba la preponderancia anarquista dentro de la organización sindical, criticando el sindicalismo neutro y posibilista de Ángel Pestaña. Su posición con respecto al apoliticismo y la defensa a ultranza del comunismo libertario como la finalidad principal de la CNT lo convertirán en representante y enlace en España de las ideas sustentadas en Argentina por Diego Abad de Santillán y Emilio López Arango. Los argentinos habían desarrollado ya el concepto de la trabazón, que posibilitaba la influencia de los grupos anarquistas en la organización obrera, asegurando así la salvaguarda de los principios dentro del sindicato y evitando la penetración de las desviaciones neutralistas. Este principio conseguiría introducirse en España a través del apoyo que significó El Productor, un periódico publicado por Buenacasa en Blanes a partir de finales de 1925. Pese a su corta vida, ya que fue suspendido por la dictadura de Primo de Rivera en abril del año siguiente al de su publicación, El Productor contribuyó a que se materializara la necesidad de la creación de la FAI en 1927, en cuya asamblea fundacional, curiosamente, no estuvo Buenacasa.
Antes de la llegada de la II República, todavía tendría que exiliarse dos veces. En 1926 marcha a Francia donde se relaciona con los anarquistas exiliados y colabora en el equipo de redacción de Prismas (Béziers), portavoz de la Federación de Grupos Anarquistas de Lengua Española. Vuelve dos años después para salir de nuevo en 1929 otra vez al país vecino, de donde fue expulsado en 1932.
Durante ese tiempo participa en la organización del Congreso Nacional Extraordinario que se celebraría en el Teatro de Conservatorio en Madrid, el 10 de junio de 1931. No obstante, a partir de entonces, y pese a que continúa su militancia, deja de ocupar los puestos de mayor responsabilidad en la organización y la prensa confederal. Intenta intervenir como mediador en el conflicto de los treintistas, pero el folleto que publica a tal fin, La CNT, los Treinta y la FAI, no será bien acogido por los anarquistas maximalistas. En 1936 cooperó en las tareas organizativas del Congreso Nacional de la CNT, celebrado en Zaragoza en mayo. En las jornadas del 19 y 20 de julio toma parte en la lucha contra los sublevados en las calles de Barcelona. Colectivizó su taller de carpintería y participó en los mítines de los primeros días de julio, volviendo a pedir la unidad sindical entre la CNT y la UGT. Recorrió también el frente de Aragón para hacer un informe que se publicaría en Solidaridad Obrera sobre las columnas y al volver asumió también la organización de la Escuela de Militantes. Para ayudar a la marcha de la Escuela, elaboró el Manual del Militante en 1937. Este compendio de formas de conducta recopilaba los principios que tradicionalmente conformaban la moralidad anarquista, pero además hacía referencia a la labor de orientador de todo militante.
Hasta el final de la guerra colaboró en varias publicaciones y estrenó en Barcelona una obra teatral, Más lejos. También sufrió la pérdida de su hijo mayor, que murió en junio de 1937, probablemente a causa de una enfermedad contraída en el frente y que no había curado bien. Su esposa y su hija partieron para Francia poco antes de la caída de Barcelona, Buenacasa estuvo presente todavía en la última reunión del Movimiento Libertario en Barcelona en enero de 1939, donde propuso la defensa de la ciudad hasta las últimas consecuencias. No obstante, Barcelona cayó a finales de enero y tuvo que salir con las tropas que se retiraban.
Pasó un tiempo recluido en un castillo de Borgoña, hasta que pudo reunirse con su familia. Vivieron en Lyon, trabajando en el asilo para niños españoles que habían huido de la guerra, hasta la ocupación alemana en 1940. Fue detenido y recluido en Mornant, un pequeño pueblo del que se le prohibió salir, aunque podía recibir visitas cada quince días, y en el que debía vivir en un hotel sin tener derecho a trabajar. Consiguió un subsidio que llegaba de México y con el que podía mantenerse, pero desechó la oportunidad de exiliarse allí. Al terminar su cautiverio, la familia se trasladó a Bourg-les-Valence, aunque Buenacasa tuvo que dejar la ciudad por miedo a que lo detuvieran. Hasta la liberación de Francia, Buenacasa residió en la Saboya y se incorporó a la Resistencia.
En el exilio, que duraría hasta el final de sus días, siguió escribiendo y viajando. Ya en 1943 se preocupaba por la reconstrucción de la CNT y asistió al Pleno clandestino de Marsella representando a Lyon. Igualmente estuvo presente en el Pleno de Toulouse de octubre de 1944, en el que defendió la necesidad de la unión con la UGT para poder derrocar al franquismo. Al año siguiente participó en la organización del primer congreso del exilio del Movimiento Libertario, que se celebraría en París entre el 1 y 13 de mayo. En este Congreso, donde se avanza la ruptura que se materializaría a finales de 1945, al parecer, Buenacasa se alió con las posturas escisionistas; de hecho, colaboró activamente en España Libre, su órgano portavoz, aunque mantuvo también contactos con el sector
«ortodoxo». En general, tuvo una posición conciliadora, en la línea de la que había sido su actitud durante la escisión treintista. Publicó desde su casa el boletín Uno, «al servicio de los amigos de la Unidad de la CNT de España», donde mantenía unas posiciones muy críticas con respecto a la división. Él mismo y otros compañeros conformaron un «Consejo pro- Unidad de la CNT». Desde allí generó polémicas, tal y como lo había hecho desde El Productor, con un estilo incisivo y destapando las viejas rencillas que había ido viviendo el movimiento. Cuando en agosto de 1961 se celebró en Limoges el Congreso de Federaciones Locales en el que se volvería a la unidad, Buenacasa asistió aunque tuvo que sortear las enemistades que se había creado en aquellos años.
Finalmente, en 1962 preside la Alianza Sindical Obrera, que retomaba la aspiración del pacto UGT-CNT, al que esta vez se sumaba también el sindicato vasco STV. Al año siguiente, pocos meses antes de su muerte, se publicaba en México su último trabajo, Por la Unidad CNT-UGT, que recogía el texto de una conferencia que había pronunciado en Toulouse, Montpellier, Grenoble y Valence, y que se proponía remitir a las centrales sindicales para su estudio. Murió dos días después de haber asistido a un mitin en Ginebra. Meses después, Juan Manuel Molina recaudó el dinero suficiente para reeditar la obra por la que es más reconocido, El movimiento obrero español (1886-1926), publicada por primera vez en 1928.
A lo largo de todas sus experiencias en el exilio se codeó con importantes figuras de la intelectualidad, la política y el pensamiento de su tiempo. Conoció a Miguel de Unamuno, Sébastien Faure, Max Nettlau, Volin, Gandhi, Blasco Ibáñez…
Como publicista ácrata, sería difícil citar todas las publicaciones en las que participó a lo largo de su dilatada militancia. Una lista de las más importantes incluirían a Buenacasa como director de Cultura y Acción (1910 y 1922), Nueva Senda (Madrid, 1921-1922), Solidaridad Obrera, (Bilbao, 1920, y Gijón, 1920 y 1921), El Productor (1935-1926), Ilustración Ibérica (Barcelona, 1938), Uno (1958). Colaboró, entre otras, en Solidaridad Obrera (Barcelona), El Suplemento de La Protesta (Buenos Aires), Revista Única (Ohio, 1928), Psiquis (1928), Fragua Social, Ideas y Figuras, Martillo (Barcelona), Lucha Social (Lérida), Tiempos Nuevos (Barcelona,
1934 y ss.), Más Allá (1937), Amanecer (1937), España Libre (París-Toulouse, 1946 y ss.), Exilio, Boletín Informativo de París (1961), Le Combat Syndicaliste (París, 1961 y ss.), Espoir (Toulouse, 1962 y ss.), etc. Autor de La política y los obreros (Zaragoza, 1910), Contra la guerra (Barcelona,
1915), ¿Qué es el sindicato único? (San Sebastián, 1919), La Rusia roja: cómo tomaron el poder los bolcheviques (s.l., 1920), El terrorismo blanco (Zaragoza, 1920), Verdades como puños (Logroño, 1922), Un hombre de honor (Barcelona, 1923), Problemas fundamentales (Béziers, 1925), El movimiento obrero español (1886-1926), Historia y crítica (Barcelona, 1928), Figuras ejemplares que conocí (escrito en los últimos años de su vida y publicado junto con El movimiento obrero español en París, 1966), La CNT, los treinta y la FAI (Barcelona, 1933), Juguete cómico (Barcelona, 1936), Almas Gemelas (Lyon, 1936), Manual del Militante: el libro de la organización para la organización (Barcelona, 1937), Más Lejos (Barcelona, 1938), Perspectivas del movimiento obrero español (México, 1964). [RNC]

Bibliografía
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