Otero Seco, Antonio

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Otero Seco, Antonio

Nacimiento: ??/9/1905, Cabeza del Buey, provincia de Badajoz

Fallecimiento 29/12/1970, Rennes (Francia)

Biografía:

Escribió novelas, fue poeta y crítico literario. Su aportación en estos campos, desde las páginas de Le Monde, fue decisiva al conocimiento de la literatura española en Francia.
Estudia Derecho y Filosofía y Letras en Sevilla, Granada y, finalmente, en Madrid, adonde llega en 1930 y en cuya Universidad Central se doctorará en Filosofía y Letras, mientras sigue ascendiendo posiciones en su carrera periodística.
Sus comienzos los hizo en el Nuevo Diario de Badajoz, que como él mismo diría muchos años después ni era diario, se publicaba dos veces por semana, ni nuevo, ya que era el decano de la prensa local. Colabora asiduamente con la prensa, primero en Badajoz y Sevilla, en medios como Correo Extremeño y La Libertad, para el que escribe crónicas desde Sevilla en torno a 1926.
Desde que se traslada con su familia a Madrid en 1930, trabaja en Heraldo de Madrid, para pasar luego a la plantilla del Diario de Madrid. Durante los años republicanos, mientras amplía y concluye sus estudios, colaborará, además, en Estampa, La Voz y El Sol. Será también crítico literario de Radio Madrid y llegará a estrenar algunas comedias en los teatros madrileños.
En 1936 era colaborador habitual de Mundo Gráfico. Ejemplo de periodista todo terreno, realiza la última entrevista que concedió Federico García Lorca, el 3 de julio de 1936. A partir del golpe militar, realiza para Mundo Gráfico una de sus colaboraciones más interesantes: la serie
«Los héroes populares», donde recogerá las historias de los milicianos anónimos, gente de ideología diversa, cuyo único factor común es su apoyo decidido a la República y su antifascismo. Continúa su labor periodística en Mundo Gráfico, Estampa, La Voz, El Sol, del que llegó a ser redactor jefe, La Verdad o Política. A veces firmaba con el seudónimo de «Antonio de la Serena», en referencia a su comarca de nacimiento, convirtiéndose en una especie de cronista del pueblo de Madrid. A partir de enero de 1938 se desplaza como enviado especial del diario La Voz a los diferentes frentes, lo que no le impedirá seguir plasmando la vida coti- diana de Madrid.
Al final de la contienda, fue apresado y condenado a muerte, aunque esta pena se le conmutó por la de treinta años de prisión. Estuvo en la cárcel de Porlier y en el penal de El Dueso. En 1942, cuando se cumplían tres años de su detención, obtuvo la libertad condicional. Colabora en el semanario Misión, en el que escribe una serie de biografías históricas bajo el rótulo de «Claros varones de España», firmando con el seudónimo de «Luis Herrera», por tener prohibido utilizar su nombre. No puede trabajar como periodista y tampoco puede ejercer la abogacía ni ninguna otra profesión de las llamadas liberales. Sus títulos no le sirven para nada.
En marzo de 1947 cruzará la frontera vestido de cura y con documentación falsa. Su exilio es tardío y clandestino, y se produce ya con un conocimiento de la sociedad española bajo el franquismo, del que carecen los exiliados de 1939. Se convierte en colaborador del semanario L’Espagne Républicaine y de la colección La Novela Española de Toulouse. Al llegar a París, entre 1948 y 1950, entra en contacto con la Agrupación de Periodistas Españoles en el Exilio, presidida por Ángel Galarza, que le nombra secretario. Allí encuentra a su amigo Jesús Izcaray, quien ejercía el cargo de vicesecretario. Durante sus años en París, se relaciona con hispanistas como Jean Cassou, presidente de la Association France- Espagne, o Jean Sarrailh, rector de la Universidad de París, así como con intelectuales franceses como Albert Camus y Jean- Paul Sartre. Entre 1950 y 1952, trabaja como traductor para la ONU y la UNESCO. En 1952, gracias al apoyo de Jean Sarrailh, obtiene una plaza como lector de español en la Universidad de Rennes. En 1952 entrará como lector en la Universidad de Haute Bretagne, ascendiendo tiempo después a maître- assistant associé. Con su traslado a Rennes, pasó a ocupar una posición algo marginal dentro de los círculos del exilio español en Francia, que tenía sus centros más activos en París y Toulouse. Sin embargo, su trabajo como periodista y escritor fue poco a poco tomando valor, gracias a su colaboración con la agencia France Presse y con Le Monde des Livres, del que fue crítico literario entre 1967 y 1970.
Además, bien con artículos de carácter general o estrictamente literarios y de carácter universitario, trabajó para otros muchos periódicos y revistas franceses y americanos: Venezuela Gráfica, Cultura Universitaria, Papel Literario de Caracas, Mercurio de Chile, Occidente de Bogotá, El Universo y El Telégrafo de Guayaquil, Tiempo y Ovaciones de México, Radio Universal de Buenos Aires, República y Hoy de Caracas, La Nación de Santiago, Obrero Católico y Sistema de Bogotá, El Comercio y Editora Nacional de Lima, El Diario y La Mañana de Montevideo, Periodística de Lima, Asomante y La Torre de San Juan de Puerto Rico, o incluso españoles como Ínsula y Revista de Occidente de Madrid, Destino de Barcelona, Papeles de Son Armadans de Palma de Mallorca…
También escribió artículos de carácter político en una de las revistas principales del exilio español, Ibérica, dirigida por Victoria Kent, de la que fue corresponsal en Europa desde 1957 hasta el final de su vida. La circunstancia de haber conocido de primera mano tanto la vida en España bajo la dictadura como en el exilio, le situaba en una posición privilegia- da para analizar ambos campos desde la crítica literaria. [JCSI].

Bibliografía
Lama, Miguel Ángel y Espinosa, Francisco, «Antonio Otero Seco, un escritor del exilio republicano», Cuadernos Republicanos, n.º 64, 2007, pp. 193-220.
Martín Gijón, Mario, «Antonio Otero Seco, escritor desterrado y mediador intelectual entre el exilio y el interior», Revista de Estudios Extremeños, tomo LXIII, n.º III, septiembre-diciembre de 2007, pp. 1169-1184.