Comienza a trabajar la Comisión de Reformas Sociales

Los documentos oficiales de las organizaciones socialistas datan entre los meses de octubre de 1884 y enero de 1885 la entrega de la información que les había solicitado Segismundo Moret, presidente de la recién creada Comisión de Reformas Sociales.

Jaime Vera fue el autor del amplio informe escrito en nombre de la Agrupación Socialista Madrileña, dedicado a “Las necesidades de la clase trabajadora y las relaciones entre el capital y el trabajo”, mientras que Pablo Iglesias redactó el correspondiente a la Asociación General del Arte de Imprimir desde la cárcel del Saladero, donde cumplía cinco meses de prisión por su participación en la huelga de tipógrafos de 1882. Pese al espíritu interclasista que la animaba, en aquella encuesta participaron los socialistas, ya que la ocasión les posibilitaba por vez primera alcanzar una proyección pública. En la información oral intervendrían IglesiasGarcía Quejido y Perezagua, entre otros compañeros, quienes lo hicieron con gran brillantez ante una nutrida comparecencia que abarrotaba el salón del paraninfo de la Universidad madrileña.

El auge del asociacionismo obrero había motivado los primeros intentos estatales por parte de los liberales para encontrar soluciones a la entonces llamada “cuestión social”, como la “Comisión para el estudio de las cuestiones que interesan a la mejora o bienestar de las clases obreras, tanto agrícolas como industriales, y que afectan a las relaciones entre el capital y el trabajo” (o “de Reformas Sociales”), creada por el ministro de la Gobernación del efímero gabinete formado por la llamada “Izquierda Dinástica” de José de Posada Herrera, Segismundo Moret, mediante Real Decreto de 5 de diciembre de 1883. Quedaba así planteada la “cuestión social” como un asunto de Estado, al margen de las vicisitudes partidistas, buscando el equipo fundador de liberales–reformistas la colaboración de conservadores y católicos. Nombraron presidente a Cánovas, quien, al serle encargado de nuevo la formación del Gobierno en enero de 1884, designó a su vez a Moret, quien encomendó a su amigo, el profesor universitario republicano Gumersindo de Azcárate, muy ligado a la Institución Libre de Enseñanza, la Secretaría General de la entidad. Se abrieron también comisiones provinciales en todas sus capitales, y locales en poblaciones destacadas por su nivel de pobreza o índice de conflictividad.

El texto del RD establecía una dilatada relación de prioridades: la implantación de jurados mixtos, como medida fundamental para dirimir las cuestiones entre obreros y empresarios; el estudio de la fórmula que permitiese a municipios y diputaciones auxiliar a las Cajas de Retiro y Socorro para enfermos e inválidos, estableciendo una legislación general como modelo; el análisis de las condiciones de trabajo de mujeres y niños, con atención especial al horario y compatibilidad con el de la escuela; la preocupación por la higiene, salubridad y seguridad de los talleres, así como del cuidado e higiene de los barrios obreros; la creación de Bancos agrícolas que facilitasen créditos para mejorar o adquirir tierras a colonos y agricultores; el estímulo de la creación de sociedades de Socorros Mutuos y cooperativas de producción y consumo.

La primera actividad de la Comisión fue la preparación y envío de un extenso cuestionario de 32 apartados y 223 preguntas concretas a una serie de entidades, que debería ser devuelto antes del 15 de octubre de 1884, quedando así institucionalizada la investigación sociológica en España. Las respuestas fueron muy desiguales, tanto en la participación como en su contenido, mostrando los internacionalistas su rechazo a ella por entender que solo serviría para que el Estado burgués controlase mejor a los obreros. No obstante, muchos socialistas decidieron contestar a la encuesta por creerla un medio idóneo para dar a conocer algunas de sus demandas, como la defensa del derecho de asociación o la difusión de su ideología.

El informe del doctor Jaime Vera fue un gran trabajo, tanto en el fondo como en la forma, pues expuso con enorme acierto la penosa vida de la clase obrera y analizó con total claridad las causas que la produjeron, según la doctrina marxista. Recogió, en suma, una crítica total del capitalismo de manera tan sistemática y completa como jamás se había hecho hasta entonces en España. El profesor Tuñón de Lara lo califica como uno de los tres hechos más representativos del inicio del medio siglo de “la edad de plata” de la cultura española, junto a la publicación de “La Regenta”, de Clarín; y al mal llamado “Pacto del Pardo” entre Cánovas y Sagasta.

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